sábado, 24 de diciembre de 2011

EL “MORTERO DE BONILLA”.

Altar rupestre conocido como "el Mortero" en Binilla de la Sierra, Ávila. 
Informado de la existencia de una piedra sagrada en Bonilla de la Sierra, el verano de 2009 me trasladé a esta histórica villa del oeste de la provincia de Ávila para realizar una investigación sobre ella.

EL CERRO DEL MORTERO. Situado kilómetro y medio al norte del pueblo recibe tal nombre por una monumental roca conocida popularmente como “el Mortero”, que con toda probabilidad se trata de un altar rupestre.

Bonilla de la Sierra desde el Sur.
Escalerilla irregular. Es muy probable que el único elemento original de este altar rupestre sea su irregular escalerilla (el tamaño de las gradillas y la distancias que las separa difiere en todas ellas), compuesta por catorce gradillas, cuya existencia quizás se deba más a una cuestión cultual que a una necesidad práctica de alcanzar lo alto de la peña. Y en tal sentido, conocido que aquellas gentes rindieron culto a los astros y en especial al Sol y a la Luna, no es peregrino pensar que el número de peldaños pudiera tener relación con los 28 días del ciclo lunar y, en tal caso, representar la ascensión al altar la fase creciente de la Luna; y la bajada, la menguante. De haber acertado en tal suposición podríamos hallarnos ante un elemento rupestre de culto a la Luna; y quizás y por extensión, a la fertilidad femenina, sabida la relación existente entre el ciclo lunar y el correspondiente a la menstruación de la mujer. Según la Cábala (corriente de la mística judía), el número 14 “es el valor numérico de las transmutaciones, las metamorfosis, los cambios,…”, lo cual viene a coincidir con lo que se acaba de decir.

Pie izquierdo. Sorprendido porque los escaloncillos tres, diez y doce, se encuentran desplazados a la derecha del resto hice prácticas comprobando que tal particularidad tiene por objeto iniciar la ascensión al altar con el pie izquierdo pues de otra forma tales peldaños quedan a contra pie, consiguiéndose con ello, además, coronar el altar con este mismo pie. Hoy, comenzar con el pie izquierdo es sinónimo de mala suerte pero quizás entonces, al menos para las gentes que a través de este altar intentaron establecer relación con sus deidades, las cosas pudieron ser distintas.

Detalle de la gran cavidad ritual.
El Mortero ha sido atropellado. En cuanto al enorme hoyo que este altar presenta en su parte alta (por el que recibe el calificativo de “El Mortero”), obra humana sin duda pues se aprecia la huella del cincel en todo su borde, es totalmente improbable que se corresponda con la exigua y anárquica escalerilla, obra seguramente de las gentes que del Bronce al hierro ocuparon estos lugares, en la que no se aprecia la huella del cincel. Por ello y por su inexplicable significado ritual (nada hay de entonces que se le parezca) debemos suponer razonablemente que el prehistórico y original altar ha sido alterado, por no decir atropellado, uno o dos milenios después de su origen labrándose sobre una probable cavidad ritual mucho más superficial destinada a la práctica de actos cultuales cruentos, un nuevo elemento ritual destinado seguramente a la realización de actos cultuales que tuvieron al agua por protagonista principal.

Restos arqueológicos romanos. Por los restos arqueológicos existentes en las inmediaciones del altar, lo modificación del altar pudo tener lugar en época romana pues las dimensiones del mortero son casi iguales a las del famoso caldero celta de Gundestrup (69x45 cm), datado en el siglo II a. de C., en cuyos grabados se contempla la introducción de una persona en el propio caldero.

Restos cerámicos de época romana.
Posible pila bautismal. Pero es mucho más probable que el referido hoyo se realizase siglos después, en época plenamente cristiana y que estuviese destinado a la realización rituales de iniciación paleocristianos: una primitiva pila bautismal que pudo tener vigencia entre la Alta Edad Media y los comienzos de la Moderna, como parece evidenciar la cruz latina (no marca de término municipal) de casi imperceptible peana, situada en la parte derecha de la escalerilla a un metro del suelo quizas obra de los monjes del vecino convento franciscano de San Matías, instalados en las inmediaciones del altar a principios del siglo XVI.

OTRAS PROBABLES PIEDRAS SAGRADAS. Es muy probable que “el Mortero” no fuese el único elemento de culto rupestre que se encontró aquí sino que, por el contrarío, existiesen otros de distinto tipo e importancia constituyendo por ello este lugar un Santuario Rupestre que agrupaba varios elementos de culto.

Posible altar unos metros al Norte del Mortero.
Altar. Uno de estos elementos rituales rupestres, quizás un segundo altar más apto para la realización de sacrificios, se encuentra entre unas encinas, unos metros al norte del “Mortero”: una roca de unos setenta centímetros de altura que presenta en su centro una redondeada pila de unos cincuenta centímetros de diámetro en la que probablemente ha intervenido la mano humana. Un probable altar que bien pudo estar relacionado con el anterior pues nada extraño sería el que determinadas víctimas fuesen inmoladas en él, siendo luego trasladados sus restos o la misma sangre a lo alto del Mortero para ser incineradas o realizar otros rituales.

Pila ritual. Y aún existe otro elemento de muy probable finalidad ritual en la elevación rocosa situada doscientos metros al noreste del Mortero, pues es difícil encontrar cosas así. Una pila ovalada de medio metro de diámetro y casi otro tanto de profundidad que presenta una salida de líquidos hacia el sur a unos 25 cm de su fondo. Un elemento que, pese a haberse sacado ingentes cantidades de piedra de sus más inmediatos alrededores, los canteros, grandes conocedores de las obras atribuibles al hombre, han querido preservar.

Posible pila ritual dos centenares de metros al Noreste del Mortero.
DEHESA DE BOYAL. Posible altar. En una segunda visita a Bonilla, Carlos (a quien conocí en el Mortero), me enseñó en la Dehesa de Boyal, situada kilómetro y medio al sur del pueblo, otra posible piedra sagrada: un nuevo altar. Se trata de una roca sensiblemente circular, de unos seis metros de diámetro y dos de altura, de redondeados bordes, que presenta en su parte este dos estrechos pero profundos escalones, el primero de ellos tan elevado que sería necesario la existencia de una piedra bajo él para poder alcanzarlo con facilidad; y ya arriba de la peña, otros dos escalones, menos pronunciados e innecesarios para coronar la roca, orientados hacia el noroeste: al Solsticio de verano. Arriba, aunque no parecía haber nada, hallé un profundísimo agujero de ocho centímetros de diámetro y desconocida profundidad, algo muy parecido al agujero de una barrena de cantero pero que dudo que lo sea. Nada más y aunque tampoco es necesario la existencia de cosa alguna no se debe descartar la posibilidad de otro elemento ritual hoy perdido: una pila labrada sobre una piedra.
Posible altar rupestre en la dehesa de Boyal.
Escaloncillos superiores.
Escalera doméstica. Aun existe en esta dehesa, dos centenares de metros al noreste del anterior, un nuevo, sorprendente y original elemento, que me mostró Honorio, alcalde del pueblo, sin duda relacionado con él. Una monumental especie de escalera, compuesta por tres enormes escalones de amplísima huella y elevadísima contrahuella, absolutamente inadecuados para la práctica de actos de culto e incluso para ascender por ella con habitualidad; y un cuarto escalón, a la izquierda de los anteriores, de igual elevación pero de menor tamaño con el que se corona la peña. La empinadísima escalera está tallada sobre el vertical costado de una roca orientada al suroeste, de varios metros de largo y dos y medio de alto que, además, presenta en su parte alta, a la izquierda de la escalera, una profunda escotadura destinada a colocar el extremo de una viga y aún otra, menos profunda pero más larga, a la derecha destinada a acoplar una techumbre. Del lado contrario se llega al grosero alto de la roca, cubierto de erosiones naturales sin interés ritual, sin ninguna dificultad.

Escalera o gradería doméstica dos centenares de metros al noreste del supuesto altar.
Un elemento en verdad curioso que bien podría confundirse con un nuevo altar rupestre pero que por sorprendente que sea se trata tan sólo de un elemento doméstico integrado en una construcción notable que en su día existió adosada a la gran roca que existe inmediatamente al este de la que aún quedan bien evidentes los restos de su estructura.

Gran roca situada al Este de la gradería doméstica a la que se adosó una gran estructura doméstica.
Respecto a la cronología de ambos elementos, presunto altar escalera doméstica es muy posible a juzgar por los restos cerámicos que se observan en sus alrededores que daten de los finales del Hierro a la época romana, aunque tal cosa exige de las correspondientes excavaciones.


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