jueves, 10 de noviembre de 2011

ELEMENTOS DE CULTO RUPESTRE (II)

PETROMORFOS. Existen rocas con formas curiosas que en unos casos parecen representar animales o partes de éstos, por lo que bien pueden ser llamadas petrozoomorfos; y, en otros, personas, cabezas generalmente, por lo que podríamos denominarlas petroantropomorfos. Estas rocas, según ponen de manifiesto los descubrimientos arqueológicos, con frecuencia, fueron escogidas por el hombre desde muy antiguo para rendir culto a sus dioses seguramente por considerar que no podían ser obra de la naturaleza sino que, por el contrario, las había depositado allí la divinidad misma, proveyendo de esta forma a sus criaturas del “escenario monumental” adecuado para que se la rindiera culto precisamente desde ellas. En las provincias de Zamora y Salamanca se han documentado algunos santuarios rupestres que se sirven de este tipo de rocas curiosas pero en Ávila, estas piedras “sacras” son poco conocidas. Pese a ello, existe una con forma de ave posada -un altar- en el “Santuario rupestre del cerro de Las Navas”, del castro de Chamartín de la Sierra; otras dos frente al cementerio de Ávila formando parte de un santuario rupestre; dos más en Gavilanes; etc. Foto 1.

Foto 1.- Petrozoomorfo con forma de rana o conejo en Villavieja de Yeltes –Salamanca.

GENITALES. Numerosos son los elementos mágico-rituales rupestres, rocas, piedras, ídolos, etc., que presentan forma de genitales humanos; o que, en forma de petroglifos, pinturas, etc., los representan. Los tamaños de estos elementos van desde tan sólo unos cuantos centímetros, caso de los idolillos o petroglifos, a varios metros de altura y diámetro, cuando de trata de rocas. Su significado debe ir unido a la potencia sexual masculina, fertilidad femenina, rituales simbólicos de renacimiento, etc. En Ávila bien podrían existir al menos dos de estos elementos: uno, en el castro de Ulaca y otro, en las inmediaciones de la Cueva del Gato en Muñopepe. Foto 2.
 
Foto 2.- Posible representación de genitales masculinos en Castillo de Bayuela –Toledo-
 PETROGLIFOS. Suelen tener una finalidad cultual por lo que los lugares donde aparecen se consideran santuarios. Entre los elementos más reproducidos se encuentran: huellas de pie silueteadas, armas -cuchillos, y espadas principalmente-, cruciformes, tijeras, herraduras, empalizadas, antropomorfos, vulvas a veces atravesadas por líneas que podrían representar falos, chozas, ídolos, figuras geométricas, etc. Muchos petroglifos se localizan en alturas y collados, junto a antiguos caminos, cabeceras o confluencia de cauces de agua, monumentos megalíticos, en el interior o alrededores de asentamientos del Cobre al Hierro, etc., lugares todos ellos considerados sagrados para aquellas gentes, lo que propició que los convirtieran en santuarios desde los cuales rindieron culto a sus divinidades. En cuanto a su orientación, es frecuente que los grabados, se encuentren dirigidos al Este, Sur y, Oeste. Dentro de este tipo de elementos cultuales citar en nuestra provincia, los existentes -antropomorfos, caprínido, etc.-, en el santuario rupestre de la Peña del Águila junto a Muñogalindo; y el encontrado por este autor, quizás perteneciente al mismo tiempo y de más enigmático significado, en el castro de El Raso. Foto 3.


Foto 3. Caprino prehistórico, del Cobre o Bronce, en el santuario rupestre de la Peña del Águila (Muñogalindo, Ávila). 

PINTURAS RUPESTRES. Aunque algunos entendidos han sostenido hasta tiempos relativamente recientes, que la pintura rupestre cumplió una mera finalidad ornamental, nadie defiende hoy tal idea y sí que responde principalmente a planteamientos religiosos, motivo por el cual debemos incluir las pinturas entre los elementos cultuales recogidos en este apartado. Entre las pinturas rupestres abulenses más próximas a la capital tenemos las de Ojos Albos y las de Muñopepe, estas últimas objeto de tratamiento en esta obra. Foto 4.

Foto 4. Pinturas de Ojos Albos (Ávila) del Bronce, presumiblemente.
MONUMENTOS MEGALÍTICOS. Particulares y excepcionales elementos de culto por su grandiosidad, lo constituyen los monumentos megalíticos, levantados desde finales del Neolítico y, sobre todo, a lo largo de la Edad del Cobre en todo el territorio de Europa. Con finalidad sepulcral, religiosa, ambas conjuntamente, cósmica, etc., existe una gran variedad de megalitos figurando entre los más conocidos los dólmenes, menhires, alineamientos rectilíneos o circulares, abrigos sepulcrales, tholoy, etc. Famoso en Ávila es el dolmen de Bernuy Salinero, pero desconocidos, salvo para los naturales del lugar, los posibles círculos sagrados de Solana de Rioalmar. En Castillo Bayuela –Toledo-, inmediato a un asentamiento del Bronce Medio, este autor descubrió un extraordinario megalito de finalidad sacrificial seguramente. Foto 5.

Foto 5.- Megalito ritual en Castillo de Bayuela –Toledo.

ROCAS MÁGICO-RITUALES. Aunque todas las rocas en las que se han labrado elementos de culto rupestre -escalones, piletas, cazoletas, hoyuelos, petroglifos, pinturas, etc.-, en especial si estaban destinados a la realización de sacrificios, libaciones, quemado de hiervas, o cualquier otro tipo de rituales, debemos considerarlas “piedras sagradas”; existen otras que, por no estar tan clara tal finalidad y sí otra de carácter más simbólico y ritual, debemos considerarlas rocas mágico-rituales. A este grupo de rocas, cuyas formas naturales jugaron un papel decisivo en la función que desempeñaron, debieron pertenecer en nuestra provincia, entre otras: una en el castro de Ulaca, destinada seguramente a la práctica de rituales de renacimiento, curación, etc.; otra en las inmediaciones del castillo de Manqueospese, quizás destinada a rituales de habilidad y madurez; una tercera en el cerro de San Mateo, sacralizada con varios petroglifos; y otra muy probable, en lo alto del cerro de La Veleta, situado dos kilómetros al suroeste de la Villaviciosa, lugar donde este autor descubrió los restos de una fortificación perteneciente, con toda probabilidad, al Bronce. Foto 6.

Foto 6.- Posible roca ritual el cerro de la Veleta, Villaviciosa (Ávila)
 SANTUARIO, ALTAR Y LUGAR SAGRADO. A los efectos de aclarar el significado de estos tres conceptos que con frecuencia aparecen en esta obra, decir que se considera Santuario al lugar presumiblemente, investido de una cualidad sagrada, desde el cual se invocaría a una divinidad, que cuente con evidentes elementos de culto atribuibles a la mano humana que pueden ser tan sólo uno, si éste es de excepcionales características, caso del gran santuario del castro de Ulaca; o un número variable de ellos, si éstos fuesen de menor relevancia, caso de los santuarios del cerro de las Navas del castro de Chamartín, del despoblado medieval de Duruelo, etc. Pese a lo dicho, algunos autores estiman que no se puede considerar santuario rupestre al lugar donde, aunque existan varios elementos de culto rupestre, no haya un altar de sacrificios, caso, por ejemplo, del santuario de la Peña del Águila en Muñogalindo. Foto 7.
Foto 7.- Santuario rupestre de el Teso de San Cristóbal de Villarino de los Aires (Salamanca).

Foto 8.- Altar rupestre en el santuario rupestre de Villarino.

Por su parte, genéricamente, se considera altar, con independencia de su monumentalidad y elementos constitutivos, a cualquier elemento, más o menos elevado del suelo que, independientemente de su tamaño, reúna condiciones para inmolar una víctima o realizar cualquier otro ritual: quemado de hiervas, aceites, la propia víctima o parte de ella, etc. Aunque es frecuente que los altares presenten en su parte alta una o más pilas, cazoletas, etc., a veces los altares se reducían a una piedra aplanada -ara o mensa-, más o menos burda, sin ningún elemento ritual sobre ella. Foto 8.

El concepto de lugar sagrado lo aplicaremos Al lugar donde se encuentre uno o más elementos rituales, presumiblemente, sin que ninguno de ellos alcance la relevancia necesaria para ser considerado el lugar como un santuario rupestre.

PARES Y TRÍOS DE ELEMENTOS. Con bastante frecuencia se ha dado la aparición de dos elementos juntos, -hoyos, hoyuelos, pilas, cazoletas, escalones, etc.-, del mismo tipo o mezclados unos con otros, casos por, ejemplo: de un altar situado en el Santuario del Cerro de Las Navas del castro de Chamartín de la Sierra compuesto por dos pilas y dos cazoletas; un hoyo y un cuadrado, en el Santuario de la Peña del Águila de Muñogalindo; dos cuadrados en el Santuario de Santa Lucía de Medinilla; de varios casos en el castro de Ulaca, etc., hecho que podría representar, según creen Luis Benito del Rey y Ramón Grande del Brío, “Santuarios Rupestres Prehistóricos en el Centro-Oeste de España”, la asociación por pares que, como una constante, se da en la Naturaleza”. Así, los pares de elementos podrían representar: el macho y la hembra, el día y la noche, el Sol y la Luna, el verano y el invierno, la materia líquida y la sólida, etc. Foto 9.

Foto 9.- Cazoleta y hoyuelo en el castro de Ulaca (Ávila).
También es frecuente el que en vez de dos sean tres los elementos que aparecen formando conjunto, como ocurre, entre otros lugares, en El Real de San Vicente y en Castillo de Bayuela -Toledo-; en Villavieja de Yeltes y San Felices de los Gallegos -Salamanca-; y en varios yacimientos y elementos abulenses. Y, por cierto, que tal es el número de cazoletas rituales que presentan algunas aras romanas en su parte alta; y el mismo “trisquel” -símbolo considerado celta pero que ya aparece en el Neolítico y en otras culturas, como la Japonesa-, el cual se introdujo en el arte medieval cristiano con la posible finalidad de representar a la Trinidad. Foto 10 y 11.

Foto 10.- Trío de cazoletas en El Real de San Vicente (Toledo).

Foto 11.- Verraco vettón con tres cazoletas rituales en San Felices de los Gallegos (Salamanca).

LA TRINIDAD. Añadir sobre este aspecto que La Trinidad fue una doctrina característica de las antiguas religiones paganas y que entre otras trinidades se conocen la del antiguo reino de Babel, conformada esta por Nimrod -el dios padre-, Semíramis -la diosa madre- y Tamuz -el dios hijo-, que fue representada con el símbolo del triángulo equilátero, acompañado, algunas veces, con un ojo abierto en la mitad; la Sumeria, conformada por Anu -dios del cielo-, Enlil -dios de la tierra- y Ea -dios de las aguas-; la de las ciudades de Tiro y de Sidón, compuesta por Baal, Astarte, y Melkhart; la egipcia, compuesta por Osiris -el dios padre-, Isis -la diosa madre-, y Horus -el dios hijo-; la India, formada por Brahma, Visnú y Siva, representados unidos en un solo cuerpo con tres cabezas; la capitolina romana, compuesta por Júpiter Óptimus Máximus, Juno Regina y Minerva; etc., fenómeno, por cierto, también registrado en América por pueblos como el maya, azteca, e inca, entre otros. Foto 12.

Foto 12.- Ara romana, con tres cazoletas. 




martes, 8 de noviembre de 2011

EL CULTO Y LA ROCA


Por los escritores antiguos y, sobre todo, por los descubrimientos arqueológicos sabemos que desde tiempos remotos -al menos desde el Paleolítico Superior-, el hombre ha venido rindiendo culto a distintas deidades, naturalistas generalmente, sacralizando a tales efectos determinados lugares de la geografía peninsular conocidos con el nombre de SANTUARIOS. Pero además de tales centros de culto, la mayor parte de ellos conocidos hoy, en los que nuestros antepasados, mediante determinados símbolos y elementos de funcionalidad cultual, dejaron constancia de sus ideas y actividades religiosas, existieron otros lugares menos monumentales, con frecuencia humildes altares y elementos mágico-rituales aislados de significado incierto, cuyas características han propiciado el que, pese a mantenerse intactos, hayan mantenido su anonimato hasta nuestros días.

                       Foto 1.- Santuario rupestre de El Canto de La Atalaya, Muñopepe -Ávila.

En relación con las actividades rituales de sacralización de la naturaleza y en concreto del culto rupestre, la expresión más genuina es el “Santuario Rupestre” -realizado sobre roca-, siendo quizás la característica más destacada de todos ellos, que se encuentran al aire libre no disponiendo de receptáculos arquitectónicos artificiales aunque en algunos casos -Ulaca por ejemplo, aunque se trata de un caso excepcional-, rompieron con tal norma. Foto 1.

Es frecuente que los santuarios rupestres y, en general, los elementos de culto se encuentren situados en alturas, debido seguramente a la creencia de que en estos lugares es donde más cerca se está de la divinidad o donde ésta se manifiesta especialmente; aunque junto a la anterior idea, y en cierto modo opuesta a ella, existe otra según la cual las profundidades insondables de la tierra o el mar albergan otra serie de deidades de los abismos que se manifestarían con los terremotos, volcanes, fuentes, olas, etc., a las cuales podrían haberse dedicado santuarios constituidos en pozos, cuevas, bordes del mar, lagunas, ríos, etc.

Pero en todos los casos, es un hecho el que la piedra, símbolo de lo imperecedero desde tiempos remotos, se ha constituido como base para la práctica de los rituales religiosos e incluso como objeto principal de veneración pues en ella se labran altares, se graban o pintan elementos sagrados, se encuentran grutas y simas donde se rinde culto a la Divinidad, se construyen templos, monumentos megalíticos, etc.

Foto 2.- Iglesia parroquial de Narros del Puerto -Ávila), situada sobre un santuario romano.

Rocas, cuevas y montañas junto a fuentes de agua, bosques, etc., elementos primordiales en la naturaleza, han dado lugar a que las gentes practicantes de cultos religiosos naturalistas de la antigüedad, con frecuencia, establecieran allí sus santuarios o elementos sagrados, santuarios y elementos de culto que con el paso de los siglos han sacralizado, en no pocas ocasiones, religiones posteriores aunque merced al cambio filosófico experimentado por las nuevas ideas los elementos naturales se han sustituido por materiales más vulgares y efímeros como el ladrillo, el yeso, plásticos, etc. Foto 2.