lunes, 1 de diciembre de 2014

¿LAS PRÁCTICAS DE LA ADIVINACIÓN?: el caozo de la Hoya.

Dos cazoletas y una docena de hoyuelos en torno a ellas, en curiosa dispersión, podrían haber servido de base a prácticas mágico-rituales de adivinación durante la Edad Media.

Rocas con aspecto de gigantesco bivalvo en cuya base se halla el conjunto de elementos.

Este escenario mágico ritual se halla dos kilómetros y medio al oeste de la salmantina localidad de Villavieja de Yeltes, en el denominado "caozo de la Hoya", poza situada en el arroyo Bogajuelo (afluente del río Yeltes por la izquierda), cuya agua se mantiene durante los meses de verano.

               
Semiesféricas e idénticas, de 14 cm de diámetro, las cazoletas, y de 2-4 centímetros los hoyuelos, se hallan en unas rocas cuya forma se asemeja a la de un enorme molusco bivalvo, abierto hacia el Mediodia. Un curioso y espectacular conjunto de elementos mágico-rituales que presumo destinado a las prácticas adivinatorias medievales por sus características y situación, pues se halla en el entorno de los asentamientos altomedievales de la Dehesilla y los Verdugales, situados a caballo del referido arroyo, en el punto de coordenadas: 40º 52´ 48" N y 6º 30´ 2" W.

Aspecto general del conjunto de elementos.

Practica legendaria. La adivinación o conocimiento de las cosas futuras se ha practicado en todos los lugares y épocas, incluida la actual, por medio de los adivinos, brujos, magos, médium, hechiceros, videntes, druidas, sacerdotes, oráculos, chamanes, sibilas, pitonisas, etc., etc., personas todas ellas, hombres o mujeres, a las que se atribuía especiales poderes provenientes de los dioses o de determinados espíritus, buenos o malos. Todas las naciones, afirmaba Cicerón, civilizadas o bárbaras, creen que existen indicios sobre el futuro y personas capaces de interpretarlos por distinto tipo de técnicas.
               
Al parecer, Cicerón dividía la adivinación en NATURAL, la no enseñada y que no requiere habilidad; y ARTIFICIAL. En la natural, que incluía los sueños, el adivinador era un sujeto pasivo cuya inspiración y consecuente predicción procedía de un supuesto poder interior para invocar a los espíritus; mientras que la ARTIFICIAL o enseñada basaba sus vaticinios en signos existentes en la naturaleza o producidos por el hombre (astros, aves, viento, fuego, movimiento del agua, arrojar huesos, piedras, figuras, palos, dados, etc., echar suertes, analizar vísceras, etc.) que debían ser observados y analizados por el adivinador. Una enorme variedad de métodos que unidos a una descomunal maraña de supersticiones de los distintos pueblos tenían por objeto predecir el futuro.
               
En la antigua Grecia los adivinos eran tenidos en gran estima y asistían a las asambleas públicas; los romanos, tenían colegios oficiales de augures y arúspices y no se comenzaba la guerra ni se enviaba fuera colonia alguna sin consultar a los dioses. Un estornudo, una palabra adversa, etc. podían, en momentos críticos, constituir un presagio positivo o negativo.  
               
Con los primeros años del cristianismo la adivinación, en especial la NATURAL, perdió gran parte de su poder, pues sus practicantes podían llegar a ser castigados con la pena de muerte, pero siempre contó con numerosos adeptos, creciendo progresivamente desde la Edad Media hasta nuestros días, en especial la nigromancia o espiritismo debido principalmente a la curiosidad e interés de muchas personas por conocer el futuro y al deseo de ganancia o ventaja personal de otras (la adivinación-enciclopedia católica).

Peña y elementos en la base, vistos desde el este.

Probable cronología medieval. Aunque nunca podremos estar seguros de la finalidad de estos elementos, mágico-rituales supuestamente, aparecidos en Villavieja de Yeltes, es bastante probable que hubiesen servido a los adivinos, brujos, videntes, etc. medievales de turno, para realizar predicciones por el llamado método artificial, quizás arrojando sobre ellos los correspondientes huesos, piedras, u otros elementos realizados al efecto. Como ahora ocurre con las cartas, los hoyuelos y cazoletas existentes tendrían un significado para el adivinador ocurriéndoseme que los dos mayores, alineados de fuera adentro de la peña, podrían representar dos astros (el sol y la luna); dos fuerzas (el bien y el mal), dos personas (hombre y mujer), el día y la noche o lo que es lo mismo, la luz y la oscuridad, etc. 

Aspecto del caozo de la hoya cuyas rocas, curiosamente, se asemejan a la cabeza y manos de una tortuga.









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